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Obama vs. Romney: La Verdad Detrás De Los Discursos (The Truth Behind The Discourse)

I simply love the unbiased piece below. It was sent me by a childhood friend in Panamá. It is in Spanish. I wish I had the time to translate but with the election I am too busy right now.

To summarize the article made several points.

  1. Both candidates are very ideological and neither given their current rhetoric will solve the country’s major problems in the next term.
  2. While Mitt Romney in the past have proven to be fiscally responsible his current stance on taxes is unsustainable, his militarism and anti-immigrant stances are detrimental to not only the economy but the country.
  3. Budget deficits will likely continue, more so with Romney, irrespective of who is elected.
  4. If history is prologue it should be noted that most deficits have been created under Republican presidencies and Democrats have being more fiscally responsible.
  5. Most jarring is his conclusion. He states that there are three elements that identify a dying super power since the times of the Romans. These were unsustainable indebtedness, anti-immigrant policies, and lastly militarism.
    The reality is that while he notes that unsustainable indebtedness will likely continue under both candidates, Romney completes the trifecta of the elements of demise by his support for militarism and anti-immigrant policies.

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Obama vs. Romney: la verdad detrás de los discursos

La política y la prosperidad de las naciones debieran ir de la mano. Sin embargo, la ideología irreflexiva parece alejar a los gobernantes de la sensatez. Las propuestas que confrontan a republicanos y demócratas son una prueba de ello.

Javier Arguello Lacayo * (Especial para Estrategia & Negocios)

A quien le gusta la política debería interesarle la prosperidad económica del país, y al que le interesa la prosperidad no le debería interesar la lealtad a la ideología de los partidos políticos. Lo relevante es el impacto de las políticas públicas en el contexto actual de la economía.

El clima económico cambia, mientras que la ideología partidaria suele ser algo estática y rígida; entonces, debería haber deslealtad de los votantes para preferir políticas públicas que se acoplen a la situación económica y no al dogma ideológico.

Lo anterior viene muy a cuenta de la importante elección presidencial que se avecina en los Estados Unidos.

Si seguimos la propaganda política, surge que este país deberá elegir entre Barack Obama (un socialista que quiere secuestrar la libertad económica del país y las industrias con regulaciones federales, mientras el gobierno asume un rol cada vez más grande, ahorcando la innovación y libertades sagradas) y Mitt Romney (quien amenaza con magnificar la inequidad y propone repetir las políticas fallidas de los 80’s, que iniciaron el endeudamiento público y déficits presupuestarios con promesas de crecimiento económico, y pareciera que quiere lograr la paz mundial provocando una tercera guerra mundial con su política exterior imperialista).

Ahora bien, si evaluamos el historial de cada candidato, la situación es distinta.

Romney no tiene un historial de irresponsabilidad fiscal, ni de fomentar la inequidad extrema. Como gobernador de Massachusetts demostró responsabilidad fiscal y social: su estado logro ser el primero en estándares de educación primaria y secundaria en el país y fue el primer estado en entablar un sistema de salud universal. Como presidente de los juegos olímpicos en Utah demostró liderazgo y responsabilidad fiscal. Y en sus 25 años como empresario, manifestó cualidades admirables que deberían inspirar confianza e inversión si fuese elegido Presidente.

En el caso de Obama, la bolsa ha recuperado un 100% de su valor después de caer mas de un 50% con la crisis económica que sacudió al país (y mundo) en el 2008. El sector privado ha generado utilidades sin precedente. Mas importante aun, logró prevenir un colapso del sistema financiero global, rescató (de forma costosa y cuestionable) la industria automotriz y financiera con intervenciones de capital y logró revertir la contracción económica (PIB se contrajo un 6% y se perdieron casi un millón de empleos mensuales justo antes de que iniciara su presidencia[1]). Ante una polarización y paralización política, logró mucho. Es fácil criticar lo que hizo sin tener como comparar sus acciones ante la realidad que heredó contra otras alternativas.

Entonces, si vemos el historial de cada candidato e ignoramos la propaganda política fatalista, ambos garantizarían prosperidad para Estados Unidos, ¿cierto? ¡No! La razón por la cual ambos debilitarían al país es porque ninguno tendría el poder y voluntad política de reparar los retos estructurales que amenazan la estabilidad económica y social de Estados Unidos.

Antes de examinar por qué se plantea que ambos candidatos empeorarían al país a largo plazo, evaluemos las ideologías del partido Republicano y Demócrata; los resultados de políticas publicas basadas en ideología en diversos contextos económicos; y, finalmente, la irrelevancia del ganador en las elecciones.

Ideología

En teoría, los republicanos creen en lo siguiente: en la responsabilidad fiscal, el gobierno limitado, el libre mercado (para el capital y comercio pero no para las personas ya que están en contra de los inmigrantes), la responsabilidad individual, el respeto a la propiedad privada, la fuerza militar proactiva y suelen ser más religiosos –dispuestos a que la moralidad sea regulada por el gobierno federal.

En la práctica, si evaluamos los últimos doce presidentes de EE.UU. para ver si los republicanos apoyan su ideología de reducir el tamaño del gobierno y la deuda, podemos ver que tres de los cinco peores presidentes (que hicieron crecer el presupuesto del gobierno mas rápido de lo que creció la economía, fomentando el endeudamiento) son republicanos. Este top five está compuesto por: Ronald Reagan, Barack Obama, George Bush (padre), James Carter y George Bush (hijo).

Irónicamente, los presidentes que ocupan los primeros tres lugares (que disminuyeron el tamaño relativo del gobierno) son demócratas: Harry S. Truman, John Kennedy y Lyndon Johnson[2].

Por su lado, en teoría, los demócratas creen en lo siguiente: en la equidad de oportunidades para todos los ciudadanos, acceso universal a la educación y salud, representatividad en el proceso político, pluralismo (tolerancia), protección del medio ambiente, libertades individuales y ley tributaria progresiva para limitar la inequidad extrema.

De acuerdo al centro de estudios PEW, quien recientemente realizó su encuesta anual de actitudes políticas para el 2012 y lleva 25 años formulando dichos estudios, el apoyo al libre comercio, respeto a la propiedad privada y responsabilidad fiscal es casi unánime. Mientras que, tres de cada cuatro estadounidenses piensan que los negocios determinan la salud de la economía. A la vez, el mismo número piensa que los negocios son demasiado poderosos e influyentes en la política para el mismo bienestar de la economía y que estos negocios no representan el bienestar del público. Esta posición, que aparenta ser algo contradictoria, es compartida por republicanos y demócratas.

Donde difieren ambos partidos es en sus perspectivas de la regulación, los republicanos en su mayoría (75%) opinan que la regulación es dañina para la economía, mientras que tan solo un 41% de los demócratas comparten esta opinión. Esta es la mayor divergencia desde que se inició la encuesta en 1987.

El economista Richard Carroll demuestra claramente como la rigidez ideológica es una mala mezcla con las políticas públicas en su análisis histórico de las reducciones de impuesto por diversos presidentes/partidos y el impacto que cada una de estas tuvo en el empleo, crecimiento y deuda pública.

Los republicanos siempre creen que los impuestos castigan la inversión y el consumo mientras que los demócratas siempre creen que la inequidad extrema y favoritismo a la clase alta no fomentan el desarrollo. El problema es que ambos tienen razón y ambos están equivocados. Dependiendo del contexto económico, la misma política puede debilitar la economía o fortalecerla. El mismo partido puede y debe estar a favor y en contra de reducir los impuestos, dependiendo de las circunstancias.

Impuestos

Los republicanos suelen apoyar cualquier reducción de impuestos prometiendo que la merma incrementa la inversión, fomenta el consumo, genera empleo y por ende crea crecimiento económico (trickle down economics). Desde 1952 ha habido varias reducciones de impuestos, algunas han sido muy exitosas, otras marginalmente exitosas por ser imperfectas en su diseño y otras han debilitado severamente la posición fiscal del gobierno.

La tasa tributaria promedio actual es del 17,4% para el país, la cual es la mas baja que EE.UU. ha tenido en más de una generación (desde 1979)[3].

Veamos tres ejemplos donde se han reducido los impuestos, con resultados muy variados[4]:

  1. Kennedy-Johnson (1964). Antes de iniciar la Administración Kennedy hubieron varias recesiones cortas y la tasa de interés más alta llegaba al 91%. Por lo tanto, el riesgo de bajar la tasa tributaria era mínimo y la posición fiscal del país lo permitía. Después de bajar la tasa marginal a un 70%, las recesiones desaparecieron (hasta la década de los ‘70s) fomentando el crecimiento económico con el PIB evolucionando a una tasa promedio del 4,5% por seis años. El crecimiento económico compensó la reducción de ingresos para el Estado, logrando que el nivel de endeudamiento del gobierno (como porcentaje del PIB) cayera de un 49,3% en el ’64 a un 37,6% en el ’70.
  2. Reagan (1981). La inflación durante la década de los ’70 con crecimiento económico anémico, provocó que la tasa tributaria efectiva subiera (los salarios incrementaron sin que aumentara el poder adquisitivo). Reagan optó por corregir esto bajando las tasas gradualmente a un 50%. El siguiente año, el país entro en una recesión pero para 1984 el PIB creció un 7,2% y mantuvo una tasa de crecimiento respetable: entre 3-4% hasta finales de la década con una importante caída en la inflación. El problema fue el desbalance fiscal y endeudamiento publico que provocó. La deuda como porcentaje del PIB ascendió de un 32,5% cuando asumió la presidencia Reagan (1981) a un 53,1% en 1989. Esta década marco el inicio del endeudamiento insostenible, desregulación financiera e irresponsabilidad fiscal. La conclusión de esta medida es que la reducción de impuestos fue demasiado generosa.
  3. Bush (2001). Cuando asumió la presidencia George Bush (padre) ya había comenzado la desaceleración económica al estallar la burbuja del Internet (PIB crecía a un 1,1%) pero el endeudamiento público había caído de un 67% del PIB a un 56% y el desempleo era de un 4,7%. Con el desempleo bajo, la deuda relativamente alta y la economía estable después de una expansión generosa en la previa década, el costo de disminuir los impuestos era mucho mayor que el beneficio. Pero, el dogma ideológico fue mas importante que la prudencia fiscal. Bush disminuyó la recaudación de impuestos un 33% para el gobierno (bajando la tasa de un 15% a un 10%). Resultado: el endeudamiento público trepó a un 85% del PIB, mientras que el PIB creció a una tasa promedio modesta (2,7%) entre el 2002-2006 antes de colapsar en el 2007-2008. Bush convirtió un superávit fiscal de US$128.000 millones en el 2001 en un déficit de US$412 mil millones en el 2004.

Esto demuestra que en el contexto adecuado una reducción en la tasa tributaria puede generar más ingresos para el gobierno –estimulando la economía, que lo que le cuesta la reducción (Kennedy-Johnson). Pero, mal diseñada o cuando está claro que el costo (déficit) excede el beneficio (estímulo) los resultados pueden ser catastróficos (Bush).

Lo peor es que es revertir una reducción de impuestos es políticamente imposible. Ningún presidente ha subido la tasa tributaria en las últimas cinco décadas. La teoría política republicana especula que la inversión que provocara la reducción de los impuestos (más consumo e inversión) debería compensar la caída de ingresos del gobierno, al margen de la condición de la economía o del balance general del gobierno. Según esa lógica, el beneficio siempre será mayor que el costo. Esta fantasía es similar a la teoría del comunismo donde todos vivirán felices en la equidad.

El contexto nos permite no solo evaluar si una política pública, como reducción en la tasa tributaria, tiene sentido (el crecimiento será mayor que el endeudamiento), pero también nos permite evaluar el impacto de las políticas públicas. ¿Específicamente, dada las circunstancias que heredó, supo sostener y mejorar el crecimiento (Administración Eisenhower) o detener y revertir la crisis (Administración Obama)? Lo que debería importar es la dirección y magnitud del cambio (mejoría).

Desde la época de los Romanos, toda superpotencia económica global que ha caído ha compartido tres criterios: sobre-endeudamiento, intolerancia a los inmigrantes y abuso de su poder militar[5]. Obama magnificó la deuda pública, mientras que Romney promete más deuda, más intolerancia y un incremento en el gasto militar y expansión del poder estadounidense.

Si Obama es elegido nuevamente, está claro que seguirá debilitando la economía a largo plazo con más deuda pública. Si gana Romney, también incrementara la deuda pública porque reducirá los impuestos mucho más de lo que estimulará la economía (crecerá el déficit presupuestario) y no dejaría de crecer la deuda pública con su gasto militar (promete US$2 trillones más y una postura agresiva).

A pesar de la importancia y magnitud del déficit presupuestario y el endeudamiento acelerado del país, ningún candidato se atreve a mencionar el gasto más fuerte del presupuesto: el gasto militar. Este es intocable e impune. Cuando hay desempleo alto combinado con pesimismo e incertidumbre sobre el clima económico suele haber tensión social y más nacionalismo. Esto disminuye la tolerancia hacia inmigrantes, crea polarización y tensión social. Las manifestaciones y posturas extremas ya existen: Occupy Wall Street en un extremo y el Tea Party en el otro.

Así las cosas, EE.UU. esta siguiendo al pie de la letra la receta para su declive: intolerancia, militarismo y endeudamiento.

  • El autor es consultor de estrategia corporativa y riesgo financiero (Acela Partners) y analista de política exterior y ayuda externa (Aid Monitor) –Javier.Arguello@acelapartners.com

[1] The Economist

2 Caroll, Richard. The President as Economist (2012)

3Oficina del Presupuesto de EE.UU. http://www.cbo.gov/publication/43373

4 Carroll, Richard; The President as Economist (2012)

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